Cuando tu perro envejece… Hasta el fondo del alma…

Cuando tu perro envejece, pones un bloqueo. Bloqueas ese hecho en tu mente y tratas de no pensar en ello. Sí, ves cómo la querida cara se vuelve gris, cómo los ojos se vuelven un poco nublados, y sus músculos se debilitan. En realidad, es lo mismo que con las personas. Solo que duele mucho.

Parece que hace muy poco trajiste a casa a un cachorro divertido que masticó un montón de zapatillas, jugó con cargadores de teléfono, orinó en la alfombra de la puerta, te despertó temprano en la mañana porque quería jugar.

Y hoy tu perro no puede saltar al sofá por sí misma, donde siempre veía la televisión contigo, tomando una siesta, acurrucada a tu lado. Le ayudas a subir, sosteniéndola con tus manos. Ella sabe que sin tu ayuda no puede hacerlo.

En la calle, ella camina despacio, respira con dificultad, pero todavía intenta ser la que era antes. Agarrar un palo, ladrar a los niños, espantar a un gato curioso a los arbustos.

Y te dices a ti mismo, bueno, no pasa nada, mi perro aún tiene mucho por delante, no es que sea tan vieja, solo un poco… Y te resulta un poco más fácil aceptar la realidad.

Cada día ves algunos cambios nuevos. En todo… Desde su forma de caminar hasta su reacción a las cosas habituales. ¿Entiende que se ha hecho vieja? Te preguntas a ti mismo.

¡Tonterías! Ella estará conmigo mucho tiempo más, te mientes a ti mismo. Pero en realidad, tú lo sabes todo. E incluso sientes culpa… empiezas a sentir culpa. Por haberla castigado alguna vez por tonterías, por haberla hecho esperar mucho tiempo en casa, por no haber jugado lo suficiente o no haber sido lo suficientemente cariñoso.

Y tratas de compensarte a ti mismo por todos estos errores. Pero por alguna razón, no te consuelas con este trabajo en corregir los errores.

Cuando tu perro envejece, trata de pasar el máximo tiempo posible con ella. Háblale en voz alta. Habla mucho. Porque ella te está escuchando, no lo dudes. Es posible que nadie te haya escuchado nunca como ella.

Duerme a su lado. Abrázala. Antes ella te calentaba, hoy la calentarás tú. Los ancianos tienen frío. Cómprale algo sabroso. Regálale pelotas. Toma su cara en tus manos y dile que la amas…

Cuando tu pergo envejece, simplemente sé una persona aún mayor para ella de lo que has sido hasta hoy. Es ella quien te dio amor incondicional, es ella quien te alegró cuando estabas triste, es ella para quien tú eres todo el mundo. Solo está con ella. No como un dueño o un mentor. Conviértete en un perro. Su principal y único. Leal. Hasta el final.

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