Ya no estás conmigo… Fueron los mejores 15 años de mi vida a tu lado. Gracias por tu lealtad y amistad. Siempre estarás en mi corazón.
Hoy la mañana comenzó de manera diferente. Miro hacia la puerta, donde siempre me esperabas, moviendo la cola con alegría, y me doy cuenta – ya no estás allí.
Extraño mucho nuestros paseos matutinos, cuando corrías hacia adelante, olfateando cada arbusto, y luego te girabas para comprobar si yo te seguía. Siempre dábamos una vuelta por nuestro parque favorito, y tú conocías cada sendero, cada curva.
Tus ojos siempre irradiaban una alegría genuina cuando tomaba la correa. Parecías querer decir: “Vamos, amigo, hoy será un gran día”. Siempre encontrabas algo interesante – un palo que para ti era el mayor premio, o un transeúnte al que sentías la necesidad de saludar con un ladrido amistoso. Y yo sonreía, viendo cómo, incluso en tus años más avanzados, disfrutabas de cada momento de la vida, como si fuera el primero.
Con los años, tu energía comenzó a disminuir, pero aún intentabas correr a mi lado. Nuestros paseos se volvieron más lentos, y te detenías con más frecuencia para descansar.
Veía que te resultaba difícil, pero cada vez que sugería quedarnos en casa, te levantabas y me seguías. Tus ojos hablaban por ti: “Aún puedo, aún quiero”. Fuiste un luchador hasta el final, y me sentía orgulloso de ti.
Ahora, cada paso por nuestros viejos caminos me recuerda a ti. Todavía escucho tus pasos ligeros detrás de mí, y a veces, sin darme cuenta, me giro para verte alcanzándome con esa expresión de alegría en el rostro. Pero solo hay silencio y vacío.
Extraño tu calor a mi lado. Extraño cómo te acostabas junto a mí por la noche, cuando volvía del trabajo, como diciendo: “Te esperé todo el día”. Eras el que nunca me traicionó y nunca me decepcionó. Siempre estuviste a mi lado en los momentos difíciles y ayudaste a superar los momentos más duros.
Entiendo que te fuiste a un lugar mejor, donde ya no hay dolor, donde corres de nuevo, joven y feliz. Intento consolarme con ese pensamiento, pero el vacío aún está en mi corazón. Recuerdo cómo, ya cansado y mayor, aún intentabas jugar y traerme un palo. No te rendías, incluso cuando te resultaba muy difícil.
Siempre fuiste más que solo un perro. Fuiste mi amigo, mi familia. Y aunque ya no estés aquí, siento que todavía estás conmigo. Tus 15 años – no son solo un número, sino toda una vida llena de momentos inolvidables.
Gracias por cada día, por cada momento de alegría que me diste. Permanecerás para siempre en mi corazón, mi fiel amigo.