HISTORIAS DE INTERÉS

María, querida, cómo quisiera que supieras que todo lo que ha pasado en mi vida ha sido posible gracias a ti

Mi querida María,

Cada mañana, al despertar a tu lado, siento lo afortunado que soy. Los años han dejado huellas en nuestros rostros, pero para mí, sigues siendo la misma desde el día en que nos conocimos. Y hoy quiero escribirte, aunque puede que leas esta carta cuando yo ya no esté aquí. Esta carta es mi agradecimiento por todo lo que hiciste por mí, por haber estado a mi lado toda la vida.

¿Recuerdas cómo nos conocimos? Aquel día de primavera era común, pero para mí se volvió especial. Tu sonrisa, tus ojos — me cautivaron para siempre. Éramos jóvenes y no teníamos idea de los desafíos que nos esperaban. Pero, a pesar de todo, seguimos juntos de la mano, y cada momento contigo fue invaluable.

Ahora sonrío, recordando nuestros años de juventud, nuestras decisiones atrevidas, nuestros paseos nocturnos, nuestras largas conversaciones sobre todo en el mundo. ¡Cuántos planes hicimos, cuántos sueños! Creías en mí incluso cuando yo no creía en mí mismo. En los momentos más difíciles, fuiste mi apoyo, mi pilar. Siempre supiste cómo devolverme la fuerza, cómo inspirarme a seguir adelante.

Cuando nacieron nuestros hijos, Tomás y Laura, te convertiste en la mejor madre para ellos. Veía cómo, en noches sin sueño, los acunabas en tus brazos, cantándoles suavemente canciones de cuna, cómo tratabas de hacer cada día de su vida brillante y feliz. Trajiste tanto amor a nuestro hogar que probablemente sería suficiente para todo el mundo. Eras el centro de nuestro universo, nuestro sol.

Pasaron los años, nuestros hijos, Tomás y Laura, crecieron y se fueron de casa. A veces, por las noches, notaba cómo mirabas con cariño las fotos de su infancia, recordando esos años. Sentías nostalgia, pero nunca mostrabas tu dolor. Entendías que los hijos debían vivir sus propias vidas, y solo yo sabía cuánto los extrañabas.

Y ahora, cuando estamos solo nosotros dos, comprendo cuánto has hecho por mí y por nuestra familia. Todo lo que he logrado, todo lo que tengo, es gracias a ti. Sin tu amor, tu cuidado, tu apoyo, nunca habría llegado a ser quien soy. Eres mi musa, mi ángel guardián, el sentido de mi vida.

Sabes, María, a veces pienso que no merezco a una mujer como tú. Hubo días en los que cometí errores, me dejé llevar por la irritación, olvidaba tus sentimientos. Pero siempre me perdonaste, siempre encontraste la fuerza para amarme tal como soy. Estoy orgulloso de ti, de ser tu esposo. Me hiciste una mejor persona, me ayudaste a ser más fuerte, más sabio, me enseñaste a valorar cada momento.

Mi querida María, quiero que sepas: tú eres mi mayor tesoro. No siempre te lo dije, pero siempre estuviste en primer lugar para mí. No somos ricos, no tenemos mucho, pero todo lo que tenemos es nuestro amor, nuestra familia, nuestra historia. Y soy feliz de haber recorrido este camino a tu lado.

Si tuviera la oportunidad de vivir mi vida de nuevo, te elegiría a ti una vez más. Cada momento, cada día contigo fue el mejor tiempo de mi vida. Tu calor, tu sonrisa, tu amor hicieron mi vida más brillante. Me gustaría que supieras que, incluso en los momentos más difíciles, incluso cuando enfrentamos pérdidas y dolores, siempre supe que a mi lado había una persona por la que valía la pena luchar, valía la pena vivir.

Cuando te miro ahora, a tu rostro cubierto de arrugas, a tu cabello gris, no veo la vejez, veo una historia. La historia de nuestro amor, la historia de nuestra felicidad, nuestra vida. Y estoy agradecido por cada minuto, por cada segundo pasado a tu lado.

Si llega el día en que ya no esté, quiero que sigas viviendo como siempre has vivido: con una sonrisa, con amor en el corazón. Mereces ser feliz, y yo estaré siempre contigo, en cada rayo de sol, en cada soplo de viento, en cada mirada bondadosa de nuestros hijos y nietos.

Mi querida María, perdóname por todos los momentos en que pude haberte causado dolor. Gracias por cada sonrisa, por cada lágrima de alegría y por cada noche tranquila en la que simplemente estuvimos sentados juntos. Eres mi milagro, y estoy orgulloso de poder llamarte mi esposa.

Con amor y eterna gratitud, tu Roberto

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