HISTORIAS DE INTERÉS

Le regalé mi antigua máquina de coser a la vecina — pensaba que me estaba deshaciendo de un trasto viejo. Pero medio año después, ella vino a contarme algo que me hizo darme cuenta — nuestras cosas innecesarias pueden cambiar la vida de alguien…

La máquina estuvo guardada en mi armario por más de 20 años. Vieja, de mi abuela. En su tiempo, cosí con ella ropa para mis hijos, después le hice algunos arreglos a la ropa de mis nietos. Y en los últimos años ni la había sacado — me duelen las manos, la vista ya no es la misma, y además es más fácil comprar algo ya hecho en la tienda.

Mi vecina de abajo se divorció hace poco. Una mujer joven, de unos treinta años, se quedó sola con su hija de cinco años. Alquilaba un apartamento, trabajaba como vendedora en un supermercado. La veía poco — siempre con prisa, cansada, con ojeras. La niña era tranquila, educada, siempre bien vestida, pero se notaba que la ropa era usada, de segunda mano.

Nos encontramos un día en el edificio y comenzamos a hablar. Me contó que quería aprender a coser — para poder hacerle algo para su hija y ahorrar. No había dinero para cursos, pero si tuviera una máquina de coser, intentaría aprender viendo videos en Internet. Entonces recordé mi vieja máquina de coser. Le dije que se la llevara, que de todas formas no la necesitaba. Al principio se negaba, cohibida, pero insistí. Se la llevé al día siguiente. Ella me agradeció tanto, como si le hubiera regalado algo extraordinario, y no una cosa vieja que estaba acumulando polvo.

Durante medio año casi no la vi. Solo a veces escuchaba el zumbido de la máquina por las noches a través del techo. Pensé que estaba cosiéndole vestidos a su hija, y me alegraba por ello.

Luego subió a verme. Trajo un pastel casero, se sentó en la cocina, y sus ojos brillaban. Me contó que comenzó a coser por las noches, después del trabajo. Al principio de verdad era para su hija — faldas, vestidos, blusas. La niña ahora iba al jardín con ropa nueva, hecha por su mamá. Luego otras mamás lo notaron y empezaron a preguntar dónde la compraba. Ella confesó que los hacía ella misma. Le pidieron que les cosiera algo. Aceptó por un precio pequeño — solo para cubrir el coste de la tela.

Luego la cosa fue creciendo como una bola de nieve. Abrió una página en Internet, comenzó a subir fotos. Los pedidos comenzaron a llover — arreglar, achicar, transformar cosas viejas en algo nuevo. Después comenzaron a llegar pedidos más complicados — coser un vestido desde cero, un traje para una fiesta infantil. Aprendía a través de videos, veía lecciones por las noches, cosía hasta las dos o tres de la mañana.

Y hace tres semanas renunció al supermercado. Porque eran tantos pedidos que físicamente no podía hacer todo al mismo tiempo. Se registró como autónoma, ahora cose en casa, por encargo. Gana incluso más que en la tienda. Y lo más importante — está en casa, cerca de su hija. Ve cómo crece, la recoge del jardín ella misma, ya no se preocupa por llegar tarde del trabajo.

Ella estaba sentada en mi cocina diciendo: “Esa máquina que simplemente me diste, pensando que era un trasto — nos salvó. He encontrado un trabajo que amo. Ahora trabajo desde casa, veo a mi hija, gano dignamente. He encontrado mi propósito, me siento útil no solo como madre, sino también como artesana. Todo comenzó con tu máquina. No te imaginas lo que hiciste por nosotros.”

Yo estaba sentada sin saber qué decir. Tenía un nudo en la garganta. Porque realmente pensé que simplemente me estaba deshaciendo de una cosa vieja que ya no necesitaba. Pero resultó que le di a alguien la oportunidad de cambiar su vida por completo. Le di una herramienta que ayudó a una madre soltera a ponerse en pie, encontrar independencia, hallar su vocación.

Ahora, cuando por las noches escucho el zumbido de la máquina desde abajo, sonrío. Porque sé — que allí una mujer no solo cose ropa. Cose su futuro, el futuro de su hija. Y sin querer, yo fui parte de esa historia.

Piénsenlo, ¿cuántas cosas tenemos en casa sin uso? ¿Cuántas de ellas podrían cambiar la vida de alguien si simplemente se las diéramos a quien las necesite?

¿Y ustedes tienen algo que podría ser para alguien no solo un objeto, sino el inicio de una nueva vida?

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