PERROS

Hombre Abre Su Hogar para Refugiar a 300 Perros de un Huracán: ‘No importa si la casa está sucia’

Ricardo Pimentel puede que no tuviera un arca para enfrentar la tormenta, pero se le considera como una especie de Noé moderno.

Cuando el mortal huracán Delta se acercaba a la Península de Yucatán en México, destruyendo todo a su paso directamente hacia su puerta, Pimentel reunió a cientos de animales—incluyendo más de 300 perros, numerosos conejos, gallinas e incluso un erizo—dentro de su hogar para protegerlos de la tormenta. (Un rebaño de ovejas se acurrucó en el patio para ponerse a salvo).

Aunque su casa sufrió daños, por dentro y por fuera, todo el amplio grupo de animales sobrevivió. “No importa si la casa está sucia, se puede limpiar”, dijo Pimentel. “Las cosas que se rompieron se pueden arreglar o volver a comprar, pero lo hermoso es verlos felices, sanos y a salvo, sin heridas y con la posibilidad de ser adoptados.”

Las acciones de Pimentel no fueron una sorpresa para quienes lo conocen. El hogar que comparte con su familia es el centro de Tierra de Animales, el santuario de animales que fundó hace 10 años a unos 32 kilómetros al suroeste de Cancún.

Sabiendo que los suministros podrían ser difíciles de conseguir, antes de la tormenta, Pimentel publicó en redes sociales sus preocupaciones sobre el bienestar de los animales bajo su cuidado. Mientras Delta rugía, también compartió fotos desde el interior de su casa, que parecía una versión de la vida real de 101 Dálmatas, multiplicada por tres.

Una vez que pasó Delta, con tantas bocas que alimentar y una gran limpieza que hacer tras la tormenta, Pimentel no se dio cuenta de que sus publicaciones se habían vuelto virales hasta que empezaron a llegar donaciones de todo el mundo. No solo eso, los vecinos pronto llegaron después del huracán para ayudar a limpiar escombros y reconstruir el santuario.

Mientras estaba asombrado por la generosidad de los donantes y voluntarios, Pimentel espera que este momento de atención sirva para un propósito mayor, ayudándole a encontrar hogares permanentes para algunos de sus rescatados, para que así pueda salvar aún más.

“Nos gustaría pensar que gracias a toda esta atención, alguien querrá ser parte de la historia y decir: ‘Adopté un perro salvado de ese famoso Huracán Delta’”, explicó.

La tormenta puede haber terminado, pero Pimentel sigue caminando el camino, siendo un testimonio viviente del lema del santuario: “Deja huellas de bondad para que otros las sigan.”

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