El gato y el perro vivieron juntos toda su vida, pero cuando el perro ya no estaba, el gato no pudo encontrar su lugar

Esta historia ocurrió en una familia estadounidense. Había dos mascotas en la casa: un gato llamado Zeus y un perro llamado Sam. Los animales no sentían un amor particular el uno por el otro, pero tampoco eran enemigos. Su relación parecía una coexistencia pacífica, aunque los animales siempre intentaban estar cerca el uno del otro.

La convivencia pacífica del gato y el perro continuó durante muchos años, hasta que Sam murió. Cuando la dueña de las mascotas llegó a casa, encontró que Sam se había ido, y Zeus estaba sentado a su lado, despidiéndose de su amigo en su último viaje.

En los primeros días, la pérdida de Sam no afectó el comportamiento del gato, parecía que él permanecía indiferente a la pérdida. Los cambios se notaron un par de meses después: Zeus no encontraba su lugar en la casa y seguía a la dueña constantemente. Cuando la mujer no estaba cerca, el gato deambulaba por las habitaciones como buscando a alguien.

El comportamiento del gato conmovió a la mujer, y en un momento incluso se puso a llorar. Zeus había encontrado el collar de Sam y, sentado dentro, lo olía constantemente. Sorprendentemente, el olor del perro, que se había conservado en el collar, tenía un efecto calmante en el animal. El objeto que pertenecía a su amigo parecía recordarle al gato los tiempos en que estaba cerca.

La dueña vio que la oportunidad de acercarse al collar de Sam y simplemente sentarse dentro de él hacía feliz a Zeus. Los animales nunca mostraron que había una amistad especial entre ellos, pero los años que pasaron juntos aún los hicieron verdaderamente cercanos. Es una lástima que el gato se diera cuenta de esto solo después de que ya no había perro.

Leave a Reply