HISTORIAS DE INTERÉS

Cuando estábamos en la playa, una mujer corrió hacia mi marido, se arrodilló y dijo su nombre

John y yo disfrutábamos de nuestro décimo aniversario en la playa. De repente, una mujer en traje de baño corrió hacia nosotros, se arrodilló y dijo: “¡John!” Mi corazón se detuvo. ¿Quién era ella y qué quería con mi marido?

Esa mañana me desperté sudando frío después de una pesadilla en la que John me dejaba en una isla tropical. Pero John estaba a mi lado, consolándome: “Solo fue un sueño.” Pronto olvidé mis preocupaciones, pues nos esperaba un increíble viaje a la República Dominicana — una sorpresa de John por nuestro aniversario.

Al llegar, nos recibió una cálida brisa y aguas turquesas. El resort era un verdadero paraíso. Caminábamos por la playa, bebíamos agua de coco, disfrutábamos de mariscos y bailábamos bachata bajo las estrellas. Todo parecía perfecto, como si nuestras dificultades recientes se hubieran desvanecido.

La tercera noche, estábamos tumbados en una hamaca, admirando el atardecer. Pensaba en cómo contarle a John sobre mi embarazo — un pequeño secreto que guardaba desde el inicio del viaje. De repente, John sugirió dar un paseo por la playa.

Caminábamos por la orilla del agua y sentí en mi bolsillo una cajita con un colgante. “John, quería decirte algo…” — empecé. En ese momento, una mujer en un traje de baño blanco corrió hacia nosotros, se arrodilló y gritó: “¡John, eres el amor de mi vida! Deja de fingir y cuéntaselo todo. ¿Te casarás conmigo?”

Me quedé petrificada, apretando la cajita. John palideció, abrió la boca pero no dijo nada. Entonces… ¡se echó a reír! Ayudó a la mujer a levantarse y la abrazó. Casi me desmayo del shock. “John, ¿qué está pasando?” — pregunté entre lágrimas.

“Rosa, esta es Julia. Estudiamos juntos en la universidad. Una vez le hice una broma en una obra de teatro y ella prometió vengarse.” Julia sonrió: “Lo siento, Rosa, no quería asustarte. No pude resistirme a gastarle una broma.”

La tensión en mi cuerpo se disipó. Era solo una broma tonta. “¿No me vas a dejar, verdad?” — pregunté con voz temblorosa. John me abrazó: “Nunca, Rosa. Lo siento, no sabía que Julia estaba aquí.”

Me reí entre lágrimas. “Casi me matas del susto, tonto.” Recordé mi sorpresa y le entregué la cajita. John la abrió y vio un colgante con unos pequeños pies de plata. Sus ojos se llenaron de felicidad. “¿Estás embarazada?” — susurró él.

“¡Sí!” — sonreí. John me levantó en brazos y giró conmigo. “¡Estoy tan feliz!” Julia aplaudió: “¡Felicidades! Vamos a tomar una foto para recordar.” Posamos con el atardecer de fondo mientras Julia tomaba la foto y se despedía.

“Vamos a ser padres,” — susurró John, abrazándome. “¿Estás feliz?” — pregunté. Su respuesta fue un beso lleno de amor.

Este viaje fue el comienzo de un nuevo capítulo en nuestras vidas. Caminamos por la playa, tomados de la mano, sabiendo que nos esperaba solo felicidad.

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