HISTORIAS DE INTERÉS

A veces, el amor es lo único que las personas necesitan para mejorar. Una historia conmovedora sobre una niña y un lobo

El padre escuchó a su hija de 10 años hablando con su amiga acerca de cómo odia apasionadamente a los lobos. Al día siguiente, le preguntó…

— ¿Por qué odias tanto a los lobos?

— La niña respondió:

— En primer lugar, los lobos son animales peligrosos que potencialmente podrían matar a un humano. En segundo lugar, están fuertemente asociados con la avaricia y la destrucción.

Y en tercer lugar, son malvados.

Su padre estaba asombrado y le preguntó.

— ¿Y cómo sabes todo eso?

— Lo escuché y leí en libros, — ella respondió.

— ¿Entonces simplemente crees todo lo que oyes? Él preguntó:

— No, papá, pero es un hecho, — dijo ella. El padre terminó la conversación.

Unos días antes del undécimo cumpleaños de la niña, su padre le preguntó:

— ¿Qué quieres de regalo de cumpleaños?

— Quiero un cachorro. Los perros son mis personas favoritas, — dijo ella.

— ¿Prometes cuidar bien de él?

— ¡Lo prometo, papá!

En su cumpleaños, el padre trajo a casa una pequeña criatura peluda. La pequeña niña estaba muy emocionada con su nueva mascota, a la que llamó Coco. Ella derramó tanto amor y apego en él que formaron un vínculo especial de amistad. Un vínculo que crecía día a día.

Tres años después, el padre llamó a su hija, que acababa de cumplir 14 años. Él le preguntó:

— ¿Todavía recuerdas nuestra conversación de hace 3 años, cuando me dijiste por qué odias tanto a los lobos?

— Sí, papá, — ella respondió.

Entonces el padre le dijo:

— Quería que entendieras algo acerca de la vida, por eso te hice criar a un lobo.

La niña estaba asombrada.
Su padre continuó:

— Sé que esto te sorprende, pero hace 3 años, cuando pediste un cachorro, te regalé intencionalmente un lobezno y te hice creer que era un perro. Lo llamaste Coco. Observé cómo tu relación con Coco crecía y crecía, cada día. Ese mismo animal que odiabas tanto resultó ser tu mejor amigo.

Luego, su padre le dio unas palmaditas en el hombro, le sonrió y dijo:

— Me tomó 3 buenos años enseñarte una lección muy importante de la vida. Nunca debemos odiar a las personas solo por lo que hemos oído de ellas, o porque otros las odian.

Detrás de cada persona hay una historia, y hay una razón por la cual las personas son como son. Por lo tanto, nunca debes juzgar a nadie hasta que te encuentres con él.

A veces, el amor es lo único que las personas necesitan para mejorar. Al igual que al lobo, lo amaste con todo tu corazón, y nunca te hizo daño.

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