HISTORIAS DE INTERÉS

Una razón inesperada por la cual envolví el pomo de la puerta de mis vecinos con papel aluminio

Cuando mis vecinos se iban de vacaciones, me dejaron un mensaje de voz con una solicitud: envolver su pomo de la puerta con papel aluminio.
No explicaron el motivo. Hablaban apresuradamente, así que acepté sin pensarlo mucho.

Pero cuando estaba en su porche con un brillante trozo de papel aluminio en las manos, me invadió una extraña sensación — como si estuviera haciendo algo que debería entender, pero que no comprendía en absoluto.

Envolví el pomo, alisé los bordes para que no lo arrastrara el viento, y ya estaba a punto de irme, pero por alguna razón me quedé un momento más. La casa, siempre tan común, ahora parecía de algún modo alerta. Como si me observara a través de las persianas cerradas.
Y el papel aluminio, brillando al sol, recordaba más a una advertencia que a una protección.

Los días siguientes me sorprendí buscando verla. Por la mañana, cuando me apresuraba al trabajo. Por la tarde, cuando volvía con las bolsas. A través de la calle, desde la ventana, de lado — parecía brillar más de lo que debería.
A veces me parecía que el pomo estaba ligeramente inclinado hacia abajo… a veces — que el papel aluminio estaba arrugado, aunque entendía que era solo un juego de luces.
Pero, por alguna razón, cada vez mi corazón comenzaba a latir un poco más rápido.

Cuando los vecinos finalmente regresaron, se veían cansados, pero contentos. Me agradecieron, y yo, reuniendo valor, finalmente pregunté:

— Díganme sinceramente… ¿para qué era necesario ese papel aluminio?

Ellos se miraron y respondieron casi al mismo tiempo — con tranquilidad, como si fuera algo totalmente obvio:

— Para saber si alguien había entrado en la casa. Si el papel aluminio se rompía, significaba que alguien había tocado el pomo. Es nuestro viejo truco, siempre funciona.

Y en ese momento, todo dentro de mí de repente encajó.
La inquietud que había flotado en el aire todos esos días se disolvió, como si alguien finalmente hubiera encendido la luz.
Todo resultó ser mucho más simple que mis fantasías, pero de alguna manera más humano.

De camino a casa, pensé en cuánto hacemos en silencio, sin explicar las razones.
Cuánto de nuestra vida se sostiene en pequeños gestos de confianza — cubrir un pomo, cerrar las cortinas, cuidar de la casa.
Y con qué frecuencia cumplimos solicitudes, sin entender cuánto significan para alguien.

¿Y vosotros cumpliríais una solicitud extraña, sin pedir explicaciones — simplemente porque alguien confió en vosotros?

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