HISTORIAS DE INTERÉS

Diario de una abuela: “Todavía estoy viva, solo que nadie me pregunta”

3 de enero.
Hoy me puse aquel vestido. El de flores. Había estado en el armario durante veinte años. ¿Por qué no? De todas formas, nadie lo ve. Me miré al espejo y de repente recordé cómo lo usé para recibir a mi esposo cuando volvía de un viaje de negocios. Él me dijo: “Eres como la primavera”. Y yo realmente estaba floreciendo.

15 de enero.
Hay nieve afuera. Esponjosa, como la infancia. Entonces no teníamos televisor. Pero teníamos un patio, trineos, risas. Yo hacía cacao, los niños traían carámbanos y construíamos un fuerte. Ahora el patio está vacío. Solo algunos adolescentes con sus teléfonos, y eso por poco tiempo. Me gustaría decirles: “Estén aquí. Ahora. No se repetirá”. Pero me quedo callada.

28 de enero.
Horneé un pastel. De manzana. ¿Por qué? Simplemente por el aroma. La casa huele a hogar. Aunque nadie venga. Tal vez la vecina pase —dejé un pedazo. Pero creo que ella se fue.

4 de febrero.
Hoy no dije una palabra. Todo el día. Ni siquiera hablé con la televisión. Y nadie llamó. Solo una llamada publicitaria. Respondí. La persona se sorprendió de que estuviera tan contenta de escucharlo. Solo quería hablar.

16 de febrero.
Encontré una carta. Una real, con sobre. De una amiga —esa con la que compartía almuerzos en la escuela. Ella escribió: “Estoy envejeciendo. Pero te tengo a ti”. Lloré. De alegría.

25 de febrero.
Llueve. Las gotas golpean el vidrio. Como en nuestra juventud, cuando mi esposo y yo bebíamos té en la cocina. Entonces parecía que el futuro era infinito. Ahora sé que todo es frágil. Incluso el día.

3 de marzo.
No me duele. Simplemente estoy sola. No he olvidado cómo reír. No he perdido el interés. Simplemente nadie pregunta. Y todavía estoy viva. De verdad. Solo en silencio.

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