HISTORIAS DE INTERÉS

En mi boda, una niña entró en la iglesia y le preguntó a mi prometido: “¿Papá, vas a hacerle lo mismo que le hiciste a mamá?”

El día de mi boda debería haber sido el más feliz de mi vida. Un vestido blanco como la nieve, flores, música, amigos y familiares, sonrisas felices — todo iba perfecto. Estaba de pie en el altar, agarrada de la mano del hombre que amaba, esperando emocionada el momento en que nos dijéramos el ansiado “sí”.

Pero el silencio de la iglesia fue interrumpido por una vocecita infantil:

— Papá, ¿vas a hacerle lo mismo que le hiciste a mamá?

En el aire quedó un silencio opresivo. Sentí que los dedos de mi prometido se tensaron, pero no se movió del sitio. En los ojos de los invitados apareció desconcierto, y algunos empezaron a susurrar entre ellos.

Me giré. En el pasillo estaba una niña de unos siete años, vestida con un sencillo vestido, con unos enormes ojos marrones llenos de incomprensión y dolor. Sus pequeñas manos estaban apretadas en puños, y sus labios temblaban.

Mi corazón se detuvo.

No sabía qué decir. No tenía idea de quién era esa niña.

Pero mi prometido, Daniel, palideció.

— Sophie… — exhaló él, como si no pudiera creer lo que veía.

— ¿Me has olvidado, papá? — su voz tembló.

Solté bruscamente su mano. Un murmullo llenó la iglesia, los invitados miraban de mí a mi prometido, esperando una explicación.

— Daniel, ¿qué… significa esto? — mi voz sonó ronca.

Él se giró lentamente hacia mí. En sus ojos había algo entre miedo y arrepentimiento.

— Emma, puedo explicarlo todo…

— ¿Explicar? — pregunté de nuevo. — ¿Puedes explicar por qué una niña te llama papá?

Él abrió la boca, pero no encontró palabras.

Mientras tanto, una mujer corrió hacia Sophie, debía ser su madre. Su cara estaba encendida de ira, y sus ojos lanzaban chispas.

— Ni siquiera te molestaste en decirle la verdad, ¿verdad? — siseó ella. — Simplemente te fuiste, nos borraste de tu vida, y ahora vas a empezar de nuevo, ¡como si nunca hubiéramos existido!

En los ojos de Daniel apareció el dolor.

— Lily, escucha…

— No, Daniel, ¡tú escucha! — su voz se quebró en un grito. — ¡Nos dejaste! Me dejaste sola con una niña y desapareciste, como si nunca hubiéramos existido. Y ahora… ahora vas a casarte, pretendiendo que eres un hombre digno?

Retrocedí un paso. Las ideas daban vueltas en mi cabeza.

Sabía que Daniel tenía un pasado. Me había dicho que había vivido una ruptura difícil, pero nunca mencionó que tenía una hija.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — susurré.

— Yo… Tenía miedo de que te fueras… — su voz tembló. — Quería empezar de nuevo, dejar el pasado atrás…

— ¿El pasado? — Lily se rió con amargura, una risa rota. — ¡Hablas de tu propia hija como si fuera algo que puedes dejar atrás!

Sophie apretó la mano de su madre, sus ojos estaban llenos de lágrimas.

— Papá… ¿de verdad no me quieres?

Eso fue lo último que pude soportar.

Miré al hombre con el que iba a casarme y vi a un extraño.

¿Cómo no lo noté antes? ¿Cómo no sentí que era capaz de algo así?

En ese momento tomé una decisión.

Levanté el dobladillo de mi vestido y me di la vuelta.

— ¡Emma! — Daniel me agarró de la mano.

Lo miré a los ojos — y esta vez vi el miedo. El miedo a la pérdida.

Pero no era el miedo que siente una persona por perder a su familia. Era el miedo a ser descubierto, el miedo a las consecuencias de sus acciones.

Lentamente saqué mi mano de la suya.

— No eres la persona con la que quiero casarme, Daniel.

En sus ojos se reflejó el horror.

— Por favor, lo arreglaré todo…

Pero ya había tomado mi decisión.

Me acerqué a Lily y Sophie.

— Él no os merece, — les dije, mirándolas a los ojos.

Lily asintió, apretando los labios.

Sophie me miró tímidamente.

— ¿Tú también te irás de él?

Le sonreí a través de las lágrimas.

— Sí, querida. Porque las personas buenas no abandonan a quienes aman.

Salí de la iglesia, dejando atrás a Daniel, sus mentiras y sus secretos.

No sabía lo que me esperaba en el futuro, pero había una cosa que tenía clara — no permitiría ser parte de la mentira de otra persona.

Y fue la decisión correcta.

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